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Sobre la obra Après moi, le déluge de Llüisa Cunillé

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Sobre la obra Après moi, le déluge de Llüisa Cunillé

Après moi, le déluge es una obra de teatro escrita por Lluïsa Cunillé en 2007. Sobre el escenario se encuentran dos personajes, un hombre -denominado HOMBRE- y una mujer -denominada INTÉRPRETE-. Rápidamente notamos una relación de poder entre los dos interlocutores que coloca al hombre en una posición de dominación sobre la Interprete. La historia sucede en Kinshasa, capital del Congo. Al tratarse de una relación dominante-subalterno o de opresor-oprimido, la obra pone en evidencia la compleja relación existente entre…
Après moi, le déluge es una obra de teatro escrita por Lluïsa Cunillé en 2007. Sobre el escenario se…

Après moi, le déluge es una obra de teatro escrita por Lluïsa Cunillé en 2007.

Sobre el escenario se encuentran dos personajes, un hombre -denominado HOMBRE- y una mujer -denominada INTÉRPRETE-. Rápidamente notamos una relación de poder entre los dos interlocutores que coloca al hombre en una posición de dominación sobre la Interprete. La historia sucede en Kinshasa, capital del Congo.

Al tratarse de una relación dominante-subalterno o de opresor-oprimido, la obra pone en evidencia la compleja relación existente entre ideología, sujeto y subversión. ¿De qué manera se manifiesta dicha complejidad? Trataremos de responder a esta pregunta a lo largo de este trabajo.

Comencemos por el que quizás es el eje central : ¿Cuántos personajes están presentes en la obra? ¿Quiénes son estos personajes? Hemos dicho, al comenzar este trabajo, que solo dos personas son puestas en escena, pero, al tratarse de una intérprete, HOMBRE conversa con un tercer personaje. A estos tres individuos puede sumárseles un cuarto, el hijo del ‘interpretado’.

Contamos, entonces, con 4 sujetos. Primero, HOMBRE, se trata de un hombre de negocios blanco y rico en posición de privilegiado respecto al resto. Segundo, INTÉRPRETE, mujer de la que sabemos muy poco: llega a Africa siendo ya grande. Tercero, el interpretado, campesino pobre del Congo que suponemos negro. Por último, el hijo del campesino que representa a la población congoleña, particularmente a los jóvenes, cuya única escapatoria es irse, así sea en cuanto esclavos.

La ideología en general, según explica Althusser, es responsable de la reproducción de la sumisión a las reglas del orden establecido por parte de las fuerzas de trabajo. Se encuentra, por lo tanto, al servicio de la ideología dominante. Para este autor la creación del sujeto tiene lugar por medio de una interpelación que convierte al individuo en ‘sujet’, es decir -tomando prestada la polisemia francesa- en sujeto y súbdito al mismo tiempo. Esta interpelación nos obliga a asumir los roles que nos corresponden dentro de las estructuras de poder y las relaciones sociales existentes.

Volviendo a nuestra obra de teatro, notamos que este es el caso de nuestros personajes. Todos aceptan su posición sin rechistar, y no son capaces ni de entender la injusticia ni de luchar contra ella. Incluso cuando el interpretado intenta evitarle a su hijo -los jóvenes congoleños- el horror que se vive en el Congo, lo hace entregándolo -o incluso vendiéndolo- al hombre blanco para que lo use como le plazca. La posibilidad de dejar de ser oprimido/subalterno no existe, el joven se iría de ahí para vivir una nueva versión del horror. Joven, que dicho sea de paso, murió cuando tenía tres años y cuya historia posterior es invención del interpretado.

Poniendo sobre la mesa lo expuesto por Althusser, hemos visto como ideología y sujeto están íntimamente relacionados. No hay uno sin el otro. La ideología interpela al sujeto, el sujeto reproduce a la ideología. Agreguemos a esta ecuación nuestro tercer término: la subversión, es decir, la posibilidad de trastornar o alterar al orden establecido y a las relaciones de poder.

En la interpelación, explica Judith Butler, “antes de que exista la posibilidad de una comprensión crítica de la ley existe una receptividad y una vulnerabilidad ante la ley” (Butler, 2015, p.121). Los sujetos, aceptan las reglas y son subordinados incluso antes de tener acceso a ellas. Subvertirse contra la ideología en general, resulta particularmente dificultoso si todo tu pensamiento tiene como origen al objeto de la subversión. Es, en otras palabras, atacarse a sí mismo hasta la desaparición de nuestra sujeción, es decir, de nosotros como sujetos.

Por otra parte, si pretendemos subvertirnos contra las relaciones de poder impuestas por la ideología dominante al servicio de la cual está la ideología general, parece evidente que debemos contar con la posibilidad de expresarnos, de discutir y de disputar al opresor. ¿Puede hablar el subalterno? Se trata de un artículo publicado por Spivak en 2003, en el que la autora va a responder al título utilizando la relación entre el “primer mundo” y el “tercer mundo” y la historia de la India. Su respuesta es clara: No, debido a que el subalterno es una construcción del dominante y es este quien habla en su lugar. Lo hace de diversas maneras que no vamos a especificar.

Hemos visto, a lo largo de este trabajo, que ser sujetos es ser inevitablemente súbditos de la ideología en general. Hemos comprendido lo peligroso que puede representar para el sujeto la posible subversión frente a la ideología que lo devino, y, hemos puesto sobre la mesa al trabajo de Spivak, donde se explicita la imposibilidad de hablar que sufre el subalterno y por lo tanto la imposibilidad de subversión frente a la ideología dominante.

¿De qué manera se manifiesta la compleja relación entre sujeto, ideología y subversión en la obra? Centrémonos en los tres personajes subalternos: una mujer presente pero que no habla por si misma, un hombre ausente solamente capaz de hablar por medio de la mujer, y, a la población congoleña que ni está presente ni habla (es más: murió hace 16 años). Ninguno de los tres es capaz de discutir, disputar o expresarse libremente. Además, como ya hemos visto, los tres sujetos aceptan su sumisión sin rechistar, la posibilidad de un mundo más justo no es siquiera una opción. No pueden ser conscientes del alcance de su situación de oprimidos. Sujeto e ideología parecen ser caras de una misma moneda y la imposibilidad de subversión es la imposibilidad de separarla en dos.

¿Es posible otra versión de la interpelación u otra relación dominante-subalterno que permita la subversión?

 

Bibliografía

  • Althusser, L. (1974). La ideología y aparatos ideológicos de Estado. (A. J. Pla, Trad.) Buenos Aires: Letra e.
  • Butler, J. (2015). Introducción. En J. Butler. Mecanismos psíquicos del poder. Teorías de la sujeción. (pp.11-41). (J.Cruz, trad.). Valencia: Ediciones cátedra Universidad  de València. 
  • Butler, J. (2015). 4 “La consciencia nos hace sujetos”. La sujeción en Althusser. En J. Butler. Mecanismos psíquicos del poder. Teorías de la sujeción. (pp.119-145). (J.Cruz, trad.). Valencia: Ediciones cátedra Universidad  de València.
  • Cunillé, L. [Llüisa]. (2007) Après moi, le déluge. En: R. García-Pascual. (2011). Dramaturgas españolas en la escena actual. (pp.222-247). 
  • Gayatri Chakravorty Spivak (2003). ¿Puede hablar el subalterno?, Revista Colombiana de Antropología, 39, p 297-364.

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Ideología-Subjetividad, Sujeción-Subversión

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Ideología-Subjetividad, Sujeción-Subversión

Subrayaba en mi aportación en la primera fase del debate que la afirmación de Althusser «La ideología interpela al individuo como sujeto» (Althusser, 1998: 28) se refiere a cómo la ideología, en sus diversas formas y manifestaciones, afecta la manera en que nos percibimos a nosotros mismos y nuestro lugar en la sociedad. El autor argumenta que la ideología no solo consiste en ideas abstractas o creencias, sino que también opera de manera activa sobre los individuos, moldeando su identidad…
Subrayaba en mi aportación en la primera fase del debate que la afirmación de Althusser «La ideología interpela al…

Subrayaba en mi aportación en la primera fase del debate que la afirmación de Althusser «La ideología interpela al individuo como sujeto» (Althusser, 1998: 28) se refiere a cómo la ideología, en sus diversas formas y manifestaciones, afecta la manera en que nos percibimos a nosotros mismos y nuestro lugar en la sociedad. El autor argumenta que la ideología no solo consiste en ideas abstractas o creencias, sino que también opera de manera activa sobre los individuos, moldeando su identidad y subjetividad. Desde ahí el concepto de interpelar: el proceso mediante el cual la ideología nos llama o nos convoca como sujetos dentro de un determinado sistema social. Esto implica que la ideología nos sitúa en un lugar específico dentro de la estructura social, asignándonos roles, identidades y relaciones con los demás. En otras palabras, la ideología nos habla y nos dice quiénes somos, qué debemos hacer y cómo debemos relacionarnos con el mundo que nos rodea.

Por lo tanto, según Althusser (1998), la ideología no solo influye en nuestras creencias y valores, sino que también nos constituye como sujetos dentro de una determinada formación social. Desde ahí el papel activo y poderoso que juega la ideología en la formación de la subjetividad humana y en la reproducción de las estructuras de poder existentes en la sociedad. El papel principal de toda ideología consiste entonces en borrar sutilezas y paradojas creando así una subversión de la realidad. El papel de la crítica, en cambio, consiste en hacer evidente este propósito y, al mismo tiempo, mostrar el punto de contradicción que lo convierte en irrealizable (Carbonell i Camós, 2013). El ejemplo puede ser la misma crítica que llevó a cabo Marx, hablando de la religión como perpetuación del estado de las cosas que la promesa religiosa de un más allá libre de la injusticia puede impulsar. Hay que superar pues el más allá, pero también establecer el orden en el más acá acabando con todas las situaciones que hacen del hombre un ser envilecido, esclavizado, etc. (Ortega Esquembre, 2021). La ideología, al final, es la relación imaginaria entre los individuos y sus condiciones reales de existencia; se trata de una representación falsa del mundo del que se sirve un pequeño grupo de los individuos para explotar el resto: lo que deja al sujeto sin ninguna otra libertad que la de aceptar libremente lo que lo sujeta: y es exactamente aquí donde encontramos la relación con la obra teatral de Luïsa Cunillé: Après moi le déluge.

Es muy interesante el diálogo entre el hombre congoleño (visiblemente de las afueras de Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo) y el europeo. El congoleño habla de su hijo muerto pretendiendo hacer que su amigo le echara de menos: “los que se han ido no se han ideo del todo mientras alguien se acuerda de ellos” (dicen en mi Congo). Echar de menos a alguien es tener un recuerdo de él; lo que implica que este no se ha ido del todo: está presente. Lo mas interesante sin embargo, es el imaginario que tiene de su hijo o, dicho de otra manera, las cosas que piensa que habría hecho su hijo si estuviera vivo. Cuando otro padre habría imaginado o soñado a su hijo como un gran empresario, un importante jugador del fútbol, un medico relevante en su campo, etc., el hombre sueña a su hijo como un niño soldado que habría luchado en la parte este del Congo:

Entraban en cualquier lugar que les ordenaban y disparaban a todo el mundo que se pusiera delante, y a los que quedaban vivos les cortaban las manos, especialmente los soldados para que les tuvieran miedo. A algunos soldados incluso les arrancaban los ojos y el corazón, los cocinaban y luego se los comían (Cunillé, 2008: 222).

El padre ha llegado a crear un vinculo con sus condiciones de existencia (la guerra, la violencia, etc.) hasta el punto de considerarlas como una representación real del mundo: es el único mundo que conoce. Así es como trabaja la ideología: subvierte la realidad haciéndonos ver lo anormal como normal. El hombre congoleño no puede no percibirse a sí miso y su lugar en la sociedad sino a partir de la violencia, la guerra, etc. Su identidad y su subjetividad ya han sido moldeadas (ha asumido bien el role y la identidad que la ideología le ha asignado).

Referencia bibliográfica

Althusser, L. (1998). Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Buenos Aires: Nueva Visión.

Carbonell i Camós, N. (2013). Cultura i subjectivitat. Barcelona: Editorial UOC.

Ortega Esquembre, C. (2021). Habermas ante el siglo XXI. La proyección de la teoría de la acción comunicativa. Madrid : Tecnos.

Cunillé, L. (2008). Après moi, le déluge. Barcelona : Edicions 62. [Fragmento : versión castellana]

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¿Cómo se manifiestan en esta obra teatral la relación entre ideología y subjetividad, y la tensión entre sujeción y subversión?

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¿Cómo se manifiestan en esta obra teatral la relación entre ideología y subjetividad, y la tensión entre sujeción y subversión?

La obra teatral Après moi, le déluege (2008) de Lluïsa Cunillé representa una crítica social en la cual a través de los dos personajes protagónicos; una mujer manca africana, apodada bajo el nombre de “la intérprete”, y un hombre blanco de negocios que lleva tiempo sustentándose económicamente en el centro de Sudáfrica, quién posee un domicilio en la Ciudad del Cabo. En la trama ambientada en Kinshasa, la relación entre ideología y subjetividad se manifiesta a través de los diálogos…
La obra teatral Après moi, le déluege (2008) de Lluïsa Cunillé representa una crítica social en la cual a…

La obra teatral Après moi, le déluege (2008) de Lluïsa Cunillé representa una crítica social en la cual a través de los dos personajes protagónicos; una mujer manca africana, apodada bajo el nombre de “la intérprete”, y un hombre blanco de negocios que lleva tiempo sustentándose económicamente en el centro de Sudáfrica, quién posee un domicilio en la Ciudad del Cabo.

En la trama ambientada en Kinshasa, la relación entre ideología y subjetividad se manifiesta a través de los diálogos entre estos dos personajes, los cuales representan visiones opuestas sobre la realidad que los rodea, reflejando así la diversidad de perspectivas ideológicas presentes en la sociedad.

El hombre de negocios, inmerso en el mundo del comercio de recursos naturales y beneficiándose de la explotación de los mismos, encarna una ideología que prioriza el éxito individual y el lucro económico sobre cualquier consideración ética o social. Su subjetividad está moldeada por esta ideología capitalista, que le lleva a justificar y perpetuar las desigualdades y la explotación de los recursos del país.

Por otro lado, la mujer traductora actúa como un contrapunto a esta visión. A través de su papel como intermediaria, ella representa una voz de conciencia que cuestiona las acciones del hombre y denuncia la miseria y la injusticia que rodea su entorno. Su subjetividad está influenciada por una ideología más humanista y solidaria, que busca la justicia y la equidad social. Incluso debido a ello ella reconoce y recomienda al hombre que se vaya, que allí “no hay ningún futuro. Es un país de ladrones, y los de fuera son peores, además de ladrones son asesinos.” (p.230) Con ese dialogo también vemos como su visión de los otros de los que aborda s¡ Said también la contemplan incluso los propios Orientales que para nosotros simbolizan un solo grupo, ellos también tienen sus Otros.

La tensión entre sujeción y subversión se evidencia en el conflicto entre estos dos personajes. Mientras el hombre de negocios representa la sujeción a la ideología dominante y al sistema económico imperante, la mujer traductora encarna la subversión de estas estructuras de poder al cuestionarlas y confrontarlas. Por ejemplo, podemos ver esa confrontación cuando ella le cuestiona el qué el hombre tenga miedo a la muerte. De esta manera, su interacción en la obra teatral refleja el constante choque entre aquellos que aceptan y perpetúan las normas establecidas y aquellos que buscan desafiarlas y cambiarlas.

En resumen, esta obra teatral explora de manera provocativa la relación entre ideología y subjetividad, así como la tensión entre sujeción y subversión, a través de los diálogos y conflictos entre sus protagonistas. En un contexto marcado por la corrupción política y la explotación económica, los personajes representan distintas visiones del mundo y del papel del individuo en la sociedad, ofreciendo al espectador una reflexión profunda sobre las complejidades de la realidad africana y global.

Said, alineado en la idea con otros autores como  expresa la manera en que Occidente ha construido una representación simplista organizada que divide al mundo en una dicotomía simple basada en la concepción de la diferencia. Esta imagen manipuladora del «Oriente» es fundamental porque desentraña las complejas redes de poder y control que subyacen en las relaciones internacionales y culturales.

La obra de Said proporciona un marco teórico relevante para analizar la dinámica ideológica y la construcción de representaciones en la obra teatral ambientada en Kinshasa. Al igual que en la obra de teatro, donde se enfrentan visiones opuestas sobre la realidad africana, Said destaca cómo Occidente ha construido una representación simplista del «Oriente» que perpetúa la dicotomía entre Occidente y el resto del mundo.

La idea de Said, compartida por otros autores como Stuart Hall, de que la cultura europea ha ejercido dominio sobre los «Otros» no solo políticamente, sino también en ámbitos como la sociología, la ciencia y la imaginación, encuentra resonancia en la forma en que el hombre de negocios en la obra teatral representa esta hegemonía. Él encarna la mentalidad occidental de explotación de recursos naturales y beneficio propio, reflejando la manipulación y dirección de «Oriente» desde múltiples perspectivas. En sus palabras: «“la cultura europea ha sido capaz de manipular e incluso dirigir Oriente desde un punto de vista político, sociológico, militar, ideológico, científico e imaginario a partir del período posterior a la Ilustración.” (Said, 1990, P.21).

Al subrayar cómo estas representaciones son utilizadas para justificar la explotación y la dominación, Said nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad ética y la necesidad de una comprensión más equitativa y pluralista del mundo. De manera similar, la interacción entre los protagonistas en la obra teatral invita al espectador a cuestionar las narrativas hegemónicas y a considerar las consecuencias éticas de sus acciones y percepciones.

En conjunto, la obra de Said y la obra teatral exploran las complejas redes de poder y control que subyacen en las relaciones internacionales y culturales, desafiando las representaciones simplistas y unilaterales del mundo y abogando por una visión más inclusiva y justa de la realidad global.

 

Cunillé, L. (13 de diciembre de 2007). Après moi, le déluge. (V. Peña, & A. Benito, Intérpretes) Teatro Lliure, Barcelona.

Said, E. W. (2003). Introducción. En E. W. Said, Orientalismo (págs. 19-54). Barcelona: Debolsillo.

 

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El sol de los oprimidos

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El sol de los oprimidos

Resulta muy interesante que a partir de un diálogo entre un hombre y una mujer se pueda representar el orden social imperante y que permita responder a la pregunta por la relación entre ideología y subjetividad, así como la tensión entre sujeción y subversión. Es lo que ocurre con Después de mí, el diluvio de Lluïsa Cunillé. HOMBRE- ¿Y por qué se ha quedado a vivir aquí? INTÉRPRETE- Por el sol. HOMBRE- ¿Por el sol? INTÉRPRETE- Me encanta el sol.…
Resulta muy interesante que a partir de un diálogo entre un hombre y una mujer se pueda representar el…

Resulta muy interesante que a partir de un diálogo entre un hombre y una mujer se pueda representar el orden social imperante y que permita responder a la pregunta por la relación entre ideología y subjetividad, así como la tensión entre sujeción y subversión. Es lo que ocurre con Después de mí, el diluvio de Lluïsa Cunillé.

HOMBRE- ¿Y por qué se ha quedado a vivir aquí?
INTÉRPRETE- Por el sol.
HOMBRE- ¿Por el sol?
INTÉRPRETE- Me encanta el sol. Es el único amigo fiel que tengo en el mundo.

El sol que cubre a todos es el sol que, de maneras distintas, por sus condiciones sociales, despunta en los dos personajes: un hombre, una intérprete. Así se designan y ya comienzan a lanzar sus signos. Se habla de un hombre de negocios, frente a una mujer que se muestra como intérprete de alguien que no vemos, que debe plegarse al idioma del hombre, pues es su trabajo, pese a que está en su propio país.

La mujer, y tampoco es casual que sea mujer, es una intérprete, habla por alguien de quien su subjetividad resulta mediada. El hombre que es hombre, en tanto los negocios que lleva, trabaja en una empresa sudafricana que explota coltán, el oro negro de nuestros tiempos. Es el hombre respetable, triunfante, el patrón.

Por su parte, la mujer intérprete, que también ha sido cantante, actriz, lleva una historia al hombre casi en tono de súplica. Pide llevarse a su país al hijo del hombre de quien es intérprete, pues las condiciones de vida en el lugar de los negocios son precarias, por no decir imposibles para cualquiera que quiera tener unas condiciones mínimas de vida digna y que obligan a anhelar el país de sueño del hombre de negocios. En los dos personajes vemos claramente reflejadas las fauces del colonialismo, las del sujeto oprimido que exalta la riqueza del explotador.

Por un lado, el hombre representa la figura de la supremacía política y económica. Por otro, la Intérprete, la opresión y la pobreza. Pero antes de esto, y como primer bastión colonial, la incapacidad de ver, reconocer y respetar la otra cultura. Esto es, la dificultad de ver al otro, más allá de ser la fuente que se debe arrasar y absorber para así dominar y hacer de él un fortín seguro. Tal como lo expone Said en su teoría sobre el Orientalismo construido por Occidente para comprender, controlar y manipular.

En función de la reproducción de las relaciones de producción, la sociedad se condiciona como el lugar donde el sujeto encuentra un sistema que le instaura las coordenadas de su supervivencia social, aun cuando estas apunten a las de explotación, nos expone Althusser en Ideología y aparatos ideológicos del Estado.

Esto hace el país dominante sobre el dominado. Su función colonizadora permea toda la estructura ideológica del Estado colonizado, irrumpe en su idioma para instaurar el suyo, condiciona las formas de educación a su beneficio, despliega un sistema de creencias tal que hace posible que la gran máquina productora se mantenga a flote y en movimiento y sostenga la fuente de sus intereses y las políticas de sumisión, sin importar lo que se lleve a su paso.

La ideología, además, configura un tipo de sujeto necesario al orden establecido que, a diferencia de la represión, que limita y constriñe, o se presenta de modo violento, por el contrario, alimenta y favorece las condiciones de producción de modo permanente. La explotación del coltán se configura en el centro de poder y de la riqueza en la obra de Cunillé, no para el territorio dueño de él sino de quien se apodera del mismo y mantiene en la pobreza y la opresión al explotado y dueño real del mineral sagrado. Así perpetúa su riqueza y su poder.

La mujer habla al hombre de negocios de un hombre sin brazo que quiere entregar a su hijo al exitoso hombre de negocios. Cuenta las dificultades de vivir allí desde el nacimiento, de las pocas posibilidades de salir de la pobreza y de todos los estragos que tiene este hecho en la falta de oportunidades, de trabajo, en el reclutamiento forzado de los jóvenes sin opción, en alimentar la guerra de otros con sus propias vidas, en la cercanía de la muerte pese a la riqueza y a la vida de sus gentes y de su territorio.

Se dice del hombre de negocios que está enfermo. El hombre habla de dinero, mujeres y enfermedades. Sí, es un hombre mundo enfermo, que sin embargo habla de amor y de almas. Mientras la mujer interpreta las vidas en una historia particular, donde se entrega al hombre de negocios para lo que éste a bien tenga para el joven hijo: ser futbolista, guardaespaldas, secretario, esclavo. Esa historia que es la del hijo muerto con una vida reconstruida por el anhelo.

Después de mí el diluvio es después de mí no importa nada, ni acabar con los pueblos sometidos, ni acabar con los recursos naturales, el dejo del yo capitalista, vanidoso y pendenciero. Los otros no importan sino en la medida de los reductos que saco de ellos para el presente capital. Todo se vende todo se compra, el tráfico de lo humano y la ideología arma el sujeto necesario.

Toda acción está condicionada por la ideología, a la vez que la ideología solo recae en el sujeto. No existe la una sin la otra. Lo que conlleva a decir que el hombre es un animal ideológico y que la ideología interpela al hombre única y exclusivamente como sujeto. El hombre de negocios expone la mentira necesaria para los negocios; la mujer intérprete de la verdad del padre y el hijo. Los dos se necesitan en la lógica del amo y el esclavo y no es un chiste.

 

Bubliografía

 -Althusser, L. (1974). Ideología y aparatos ideológicos del Estado. (A. J. Pla, Trad.) Buenos Aires: Letra e.

-Cunillé, Lluïsa. Después de mí, el diluvio.

-Edward W. Said, «Introducción», Orientalismo. Barcelona: Debolsillo, 2003. pp. 19-54.

 

 

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Entre la sujeción y la subversión: ideología y subjectivdad en «Après moi, le déluge»

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Entre la sujeción y la subversión: ideología y subjectivdad en «Après moi, le déluge»

El drama teatral Après moi, le déluge de Lluïsa Cunillé, presenta un diálogo entre un HOMBRE y una INTÉRPRETE, revelando gradualmente historias de violencia, guerra y trauma personal. La conversación entre ellos es una ventana a cómo las experiencias pasadas y las ideologías moldean sus percepciones y acciones, mostrando el conflicto entre sujeción a estas fuerzas y los esfuerzos por subvertirlas. Primero, la ideología en la obra se manifiesta en la obra a través de las historias de violencia y…
El drama teatral Après moi, le déluge de Lluïsa Cunillé, presenta un diálogo entre un HOMBRE y una INTÉRPRETE,…

El drama teatral Après moi, le déluge de Lluïsa Cunillé, presenta un diálogo entre un HOMBRE y una INTÉRPRETE, revelando gradualmente historias de violencia, guerra y trauma personal. La conversación entre ellos es una ventana a cómo las experiencias pasadas y las ideologías moldean sus percepciones y acciones, mostrando el conflicto entre sujeción a estas fuerzas y los esfuerzos por subvertirlas.

Primero, la ideología en la obra se manifiesta en la obra a través de las historias de violencia y guerras contadas por la INTÉRPRETE, las cuales reflejan un entorno militarizado y deshumanizado. La ideología de la guerra, cargada de nacionalismo y de la necesidad de supervivencia, ha formado la subjectividad del hijo de la INTÉRPRETE, quien parece haber internalizado una visión del mundo donde la violencia es una herramienta necesaria y justificada. Un fragmento clave a este respecto sería: 

«INTÉRPRETE.-[…] Antes de combatir les suministraban drogas para que no sintieran ningún miedo y se olvidaran de todo. Les hacían un corte en las sienes y allí les ponían una mezcla de pólvora y cocaína, y entonces los situaban en primera línea de fuego, sobre todo a los más pequeños.» (p. 222).

Este método muestra una manipulación en la percepción y la consciencia de los combatientes, especialmente de los más jóvenes, llevándolos hacia una ideología que prioriza la deshumanización y la eficacia en el combate sobre cualquier consideración moral o ética. Este acto de sujeción ideológica se ve intensificado por el efecto de las drogas, que no sólo suprimen el miedo sino también borran la memoria de los actos cometidos, alterando la subjetividad de estos individuos.

Por otro lado, la obra también ilustra la sujeción a través de los roles impuestos por la guerra y el pasado. Un claro ejemplo vívido se halla en las acciones descritas por la INTÉRPRETE:

«INTÉRPRETE.- Entraban en cualquier lugar que les ordenaban y disparaban a todo el mundo que se pusiera delante, y a los que quedaban vivos les cortaban las manos, especialmente a los soldados, para que les tuvieran miedo. A algunos soldados incluso les arrancaban los ojos y el corazón, los cocinaban y luego se los comían. (p. 222)».

Otro ejemplo de sujeción se encuentra en el modo en que los personajes están condicionados por sus circunstancias y pasados. En un momento de la producción teatral, la INTÉRPRETE y el HOMBRE discuten sobre la posibilidad de que el hijo de la INTÉRPRETE trabaje para el HOMBRE:

“HOMBRE.- ¿Y cuando no viajase qué haría con él?

INTÉRPRETE.- Lléveselo a Ciudad del Cabo. Podría vigilar su casa y seguir cuidando de sus cosas.” (p. 227).

Esta interacción señala cómo la INTÉRPRETE busca oportunidades para su hijo dentro de las limitadas opciones que le ofrece su realidad, demostrando cómo las circunstancias pueden sujetar a los individuos a ciertos roles o destinos.

Sin embargo, la subversión está representada en la manera en cómo la INTÉRPRETE decide contar estas historias, enfrentándose a la posibilidad de olvido y negación de estos horrores. La decisión de compartir estas experiencias bélicas puede verse como un acto de resistencia contra la normalización de la violencia y el silencio que, muchas veces, rodea tales actos:

“HOMBRE.- ¿Todo esto se lo ha contado su hijo?

INTÉRPRETE.- Todo esto me lo ha ido contando a lo largo de estos años. Incluso sé qué clase de armas usaban.” (p. 223).

Al revelar estos detalles al HOMBRE, la INTÉRPRETE no sólo subvierte la expectativa de silencio o complicidad, sino que también desafía las narrativas convencionales sobre los combatientes y las guerras, destacando la humanidad perdida y las tragedias personales detrás del conflicto.

Además, también se ilustra la tensión entre sujeción a la ideología y el esfuerzo por subvertila. Aunque tanto el HOMBRE como la INTÉRPRETE parecen estar limitados por sus circunstancias y las estructuras ideológicas que los rodean, ambos manifiestan momentos de resistencia o deseo de cambio:

“HOMBRE.- Es una Beretta y sólo hay una bala en su interior.

INTÉRPRETE.- Sólo una.

HOMBRE.- Sí. 

INTÉRPRETE.- Eso mi hijo no podía saberlo.” (p. 223).

Este momento de la trama, refleja la sujeción del HOMBRE a su pasado y sus miedos, representado por la pistola como una sola bala, un símbolo de su desesperación y aislamiento. La conversación entre éste y la INTÉRPRETE muestra cómo intenta subvertir su situación actual al tratar de aprender más sobre la “Beretta”, quizás buscando algún control sobre su vida.

En contraposición, la INTÉRPRETE subvierte la narrativa esperada de un padre que podría querer ocultar las brutalidades de la guerra cometidas por su hijo, eligiendo exponer y discutir, en su lugar, los horrores, sugiriendo un deseo de confrontación y reconocimientos de dichas realidades:

“INTÉRPRETE.- Mi hijo nunca me ha mentido. Es incapaz de mentir aunque eso le ponga a él en peligro.” (p. 222).

Con esta frase, la INTÉRPRETE resalta la honestidad de su hijo en contraste con el mundo de engaños y violencia que habitan, subvirtiendo de este modo la noción de que los soldados deben mantener sus experiencias en secreto.

Por tanto, Après moi, le déluge de Lluïsa Cunillé es una exploración profunda de cómo la ideología influye y configura la subjectividad de los individuos, y cómo la sujeción a estas fuerzas puede ser desafiada a través de actos de subversión. La obra refleja la complejidad de estas dinámicas en el entramado de su narrativa, ofreciendo un espejo en el que podemos vernos reflejados y cuestionados. A través de la interacción entre la INTÉRPRETE y el HOMBRE, cada uno portador de su propia historia, Aprés moi, le déluge nos desafía a considerar las formas en que la ideología y la sujeción se manifiestan en sus propias vidas. Nos confronta con preguntas sobre la resistencia y la conformidad, y sobre cómo podemos encontrar espacios para la subversión en nuestras propias narrativas personales y colectivas.

Bibliografía:
Cunillé, L. (2008). Après moi, le déluge. Barcelona : Edicions 62. [Fragmento : versión castellana]

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Poscolonialismo blanco en «Après moi, le déluege», una ideología dominante frente a las clases sociales más bajas

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Poscolonialismo blanco en «Après moi, le déluege», una ideología dominante frente a las clases sociales más bajas

Après moi, le déluege (2008) es una obra teatral de Lluïsa Cunillé muy bien construida y una crítica social en la que nos presentan: una mujer manca africana, apodada bajo el nombre de “la intérprete” y un hombre blanco de negocios que lleva tiempo sustentándose económicamente en el centro de sud-áfrica, quién cuenta con un domicilio en la Ciudad del Cabo. En un principio, la intérprete (a quién no se le adjudica un nombre, porque su identidad es irrelevante para…
Après moi, le déluege (2008) es una obra teatral de Lluïsa Cunillé muy bien construida y una crítica social…

Après moi, le déluege (2008) es una obra teatral de Lluïsa Cunillé muy bien construida y una crítica social en la que nos presentan: una mujer manca africana, apodada bajo el nombre de “la intérprete” y un hombre blanco de negocios que lleva tiempo sustentándose económicamente en el centro de sud-áfrica, quién cuenta con un domicilio en la Ciudad del Cabo. En un principio, la intérprete (a quién no se le adjudica un nombre, porque su identidad es irrelevante para el resto de las clases sociales superiores) busca un hombre a quién vender su hijo joven y dejarlo en buenas manos. La relación entre los personajes irá variando a lo largo del relato, porque veremos, cómo el papel y el posicionamiento de poder entre estos cambiará.

El texto nos sitúa en Kinsasa, la época actual. Aunque, la obra hace referencia a la etapa pasada del colonialismo, esta refleja que la práctica de la explotación colonial todavía existe y parece interminable, quedan rastros de los antiguos países imperialistas en forma de empresas multinacionales. A día de hoy, se explotan niños de tierras africanas para proporcionar los materiales que exigen las necesidades de los países primermundistas, como la fabricación de: tecnología, móviles, fibra óptica, misiles (Cunillé, 2008: 506). En especial, el personaje del hombre expresa una clara ideología colonial y poderosa, que defiende el cumplimiento de los requerimientos de las empresas a cambio de dinero y explotación. Se nota que ha experimentado y ha pasado por muchas situaciones, que dejan a la mujer interprete en una posición de supuesta inferioridad.

El contexto social es el siguiente, en diferentes continentes existen países tercermundistas que son ricos en minerales, fósiles y materiales, que pueden ser muy beneficiosos para los Estados de Occidente. En tierras lejanas a Occidente, se distribuye la riqueza de manera más desigual, dónde incluso, ampara la ley del más fuerte e inteligente (así lo demuestra la figura del personaje del hombre, que parece muy influenciada por la obra de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas). A raíz de esto, se crea un conjunto de relaciones subordinadas, países dominantes frente otros que están sometidos a sujeciones y subversiones, por dependencia económica. También, grupos sociales más susceptibles que otros, lo mismo sucede dentro de Occidente, pero afuera ocurre de forma más abusiva a nivel social y económico.

 

¿Entonces, qué relaciones de sujeción y subversión encontramos en esta obra teatral?

Pues bien, al inicio del relato vemos que, hay una clara relación de superioridad por parte del hombre blanco hacia la mujer africana (quizás sea por cuestión de género, o etnia), por haber sido más cruel durante tantos años. No le importa la “verdad”, tampoco la ética, solo la ambición por los negocios. “Home: I a aquestes alçades, per què voldria algú al meu costat que em digués en tot moment la veritat? I perquè em diguin mentides ja en tinc prou amb els metges.” (Cunillé, 2008: 496).

Las interacciones entre ambos personajes para que salgan beneficiarios, demuestra que los dos están condicionados a otras relaciones sociales (empresas, vendedores locales) que, a su vez, todas están mantenidas por una red de dominaciones entre sujetos en sujeción y subversiones, porque todos persiguen la producción y adinerarse dentro del sistema, así se generan las relaciones de producción. La ideología de cada persona surge a partir de estas relaciones de producción que se presenta entre los individuos, relaciones de dominación y sujetos sometidos a unas condiciones para que el sistema se mantenga (Althusser, 1974: 44, 53).

Al final del relato, la intérprete genera un cambio inesperado en la trama, su hijo quién había intentado venderle al hombre de negocios, en realidad no existía. Falleció hace muchos años cuando fue niño, y el objetivo de la mujer era cautivar al hombre y robarle sus pertenencias. Aquí las posiciones de poder cambian. Es un giro argumental excelente para demostrar que es posible intercambiar los factores de una historia y modificar la hegemonía, la idea generalizada de que el hombre veterano siempre gana. En esta obra, no saldrá victorioso frente a otros grupos sociales más débiles como suele ocurrir. Entendemos por hegemonía, el término que creó Gramsci, los procesos que realizan las clases dominantes para mantener su ideología predominante sobre otras. De esta manera, se adhieren a las estructuras dominantes (Carbonell, 2020: 19).

Para terminar, Lluïsa Cunillé realiza un excelente trabajo, un contraste esclarecedor entre clases sociales y etnias, muy reflexivo sobre las relaciones dominantes actuales que todavía se mantienen después de la época colonial, y han influenciado a la etapa actual del poscolonialismo blanco. Los colectivos de los pueblos africanos siguen siendo invisibles para el resto del mundo. Es el caso de la protagonista, que finalmente desaparece en la oscuridad del escenario, junto a su hijo, que intentaba vender desde un inicio, pero este jamás existió, porque su presencia nunca tuvo relevancia para las clases sociales más dominantes de los países más ricos.

 

Bibliografía:

Althusser, L. (1974). “Ideología y aparatos ideológicos del Estado”. (A. J. Pla, Trad.) Buenos Aires: Letra e.

Butler, J. (2010). “Introducción”. En Mecanismos psíquicos de poder. Cátedra, pp. 11-41.

Carbonell, N. (2020). “Cultura y subjetividad” [recurso digital de aprendizaje]. Barcelona: UOC.

Cunillé, L. (2008). “Après moi, le déluge”. Deu peces. Barcelona: Edicions 62, pp. 452-507.

Debate0en Poscolonialismo blanco en «Après moi, le déluege», una ideología dominante frente a las clases sociales más bajas

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En esta obra vemos la influencia de los personajes sobre su ideología. La persona intérprete muestra una influencia de la ideología dominante que mantiene estereotipos y prejuicios raciales. Su disposición a permitir que su hijo trabaje por cualquier cantidad de dinero refleja cómo la ideología de que las personas negras deben estar dispuestas a trabajar por salarios bajos y aceptar cualquier oportunidad que se les presente.   Según Althusser, todas las facetas de la vida social están influenciadas por la ideología,…
En esta obra vemos la influencia de los personajes sobre su ideología. La persona intérprete muestra una influencia de…

En esta obra vemos la influencia de los personajes sobre su ideología. La persona intérprete muestra una influencia de la ideología dominante que mantiene estereotipos y prejuicios raciales. Su disposición a permitir que su hijo trabaje por cualquier cantidad de dinero refleja cómo la ideología de que las personas negras deben estar dispuestas a trabajar por salarios bajos y aceptar cualquier oportunidad que se les presente.  

Según Althusser, todas las facetas de la vida social están influenciadas por la ideología, que también afecta la forma en que percibimos el mundo y nuestras relaciones con los demás. En este sentido, en el fragmento de la obra de Lluïsa Cunillé, la intérprete actúa de acuerdo con las normas y creencias internalizadas de la supremacía blanca, lo que la lleva a ofrecer a su hijo para trabajar por cualquier salario y a buscar la aprobación de los demás. 

Por otra parte, la intérprete intenta negociar la sujeción de su hijo a través del trabajo, esperando que el hombre blanco lo acepte como empleado. Sin embargo, la revelación final de que el hijo está muerto y el deseo de la intérprete de que alguien lo necesite y lo extrañe sugiere una forma de subversión. La intérprete busca invertir el poder y la necesidad, tratando de colocar a su hijo en una posición de importancia y valoración, aunque sea post mortem

El concepto de “interpelación” es introducido por Althusser e implica la forma en la que la ideología llama a los individuos a asumir ciertos roles y posiciones dentro de la sociedad. En este caso, la intérprete quiere que el hombre acepte a su hijo como empleado. Podría haber pensado otras cosas para que su hijo no fuese recordado solo por él, que es su objetivo, pero piensa en que un hombre blanco contrate a un hombre negro, por lo que es un claro ejemplo de cómo la supremacía blanca determina las relaciones de poder en la sociedad, aunque el hombre no demuestre ningún signo de superioridad, es más bien la aceptación de la intérprete ante esta situación.

A pesar de las circunstancias adversas y la discriminación racial, la intérprete muestra una forma de agencia –entendiendo agencia como la capacidad de una persona para actuar de manera independiente y siendo capaz de tomar decisiones que afecten a su vida y su entorno– al intentar encontrar oportunidades para su hijo y buscar un reconocimiento de su valía por parte del hombre blanco. Aunque sus esfuerzos al principio no tienen éxito, lucha por que su hijo sea valorado y esto podría interpretarse como un acto de resistencia contra las estructuras de poder racistas y opresivas.

De otro modo, la fluctuación de la intérprete entre los roles de madre y padre sugiere una idea de identidad y subjetividad fluidas. Esto podría reflejar la manera en que las personas negocian y construyen su identidad en respuesta a las circunstancias y las relaciones sociales. Además, podría implicar una ruptura de los roles de género tradicionales, desafiando así las normas establecidas por la ideología dominante. Un claro ejemplo es que sea el padre el que no pasa el duelo de su hijo, cuando siempre se ha visto más débil a la madre. 

La forma en la que la intérprete asume diferentes roles también puede interpretarse como una respuesta a las interpretaciones ideológicas que enfrenta. Con esto podemos pensar que las personas pueden adoptar una variedad de identidades y roles en función de las demandas y las expectativas sociales, lo que resalta cómo la ideología moldea la construcción de la subjetividad y la identidad. De esta manera, el “pastiche” acuñado por Fredric Jameson puede relacionarse de manera significativa con la representación de múltiples identidades y roles en la sociedad y sus expectativas. El “pastiche” se refiere a la imitación o parodia de estilos anteriores o de diversas fuentes culturales sin una intención crítica o subversiva clara. En otras palabras, es la combinación de elementos de diferentes estilos, épocas o fuentes culturales que resulta en una amalgama sin coherencia o autenticidad distintiva. 

En el contexto de la obra, donde la intérprete asume diferentes roles yuxtapuestos, podemos ver cómo esta fluctuación entre identidades podría interpretarse como un tipo de “pastiche”. En lugar de adherirse a una única identidad o rol, la intérprete mezcla y fusiona diferentes identidades de manera fluida, adaptándose a las demandas y expectativas sociales cambiantes, sin adherirse a ninguna de ellas de manera fija hasta el final que sabemos que la madre lleva muerta cuatro años. 

Este fenómeno refleja una sensibilidad posmoderna en la que las identidades ya no están ligadas a una sola fuente o esencia, sino que se convierten en construcciones fluidas y fragmentarias que se adaptan y cambian según el contexto y las influencias culturales circundantes. Así, la obra puede interpretarse como un “pastiche” de identidades en la que los personajes navegan entre diferentes roles sociales sin comprometerse con ninguno en particular, reflejando la complejidad y la fragmentación de la experiencia contemporánea.

Considero que esta obra presenta una gran influencia de los personajes sobre su ideología que vemos a través de la negociación de roles y la resistencia ante las estructuras de poder opresivas. La intérprete, como representante de la figura paterna y materna, refleja una influencia marcada por la ideología dominante, teniendo en cuenta sobre todo los estereotipos o los prejuicios sociales. 

En relación con Althusser, vemos cómo la ideología impregna todas las esferas de la vida social, afectando a la percepción del mundo y las relaciones interpersonales. El claro ejemplo es el personaje de la intérprete que actúa según las normas y creencias establecidas por la supremacía blanca. A pesar de esto, podemos pensar que quiere buscar la aprobación de su hijo en el mundo, pero al descubrir su muerte se produce una subversión. Busca que el poder y la necesidad que ella siente se compartan con otra persona para que no se pierdan.

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Buscando interpelaciones idelógicas en el fragmento teatral «Après moi, le déluge».

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Buscando interpelaciones idelógicas en el fragmento teatral «Après moi, le déluge».

ras haber leído este fragmento teatral, debo reconocer que me resulta a priori muy poco vinculado o relacionado con las preguntas que plantea este Reto. Sin embargo, en una lectura más forzada y minuciosa sí creo que se puedan encontrar puntos de conexión. Las preguntas que se nos han planteado contestar en relación a este texto son las siguientes: ¿Cómo se manifiestan en esta obra teatral la relación entre ideología y subjetividad, y la tensión entre sujeción y subversión? En…
ras haber leído este fragmento teatral, debo reconocer que me resulta a priori muy poco vinculado o relacionado con…

ras haber leído este fragmento teatral, debo reconocer que me resulta a priori muy poco vinculado o relacionado con las preguntas que plantea este Reto. Sin embargo, en una lectura más forzada y minuciosa sí creo que se puedan encontrar puntos de conexión. Las preguntas que se nos han planteado contestar en relación a este texto son las siguientes: ¿Cómo se manifiestan en esta obra teatral la relación entre ideología y subjetividad, y la tensión entre sujeción y subversión?

En este fragmento teatral que, como decía, debíamos analizar en base a unas cuestiones concretas, se presenta la siguiente escena. En ella aparecen dos personajes, un hombre de negocios muy ocupado que mantiene en una habitación una reunión con un intérprete, también de mediana edad y aparente masculino, aunque al final del texto se le trate en femenino. En adelante, me referiré a él aquí como padre o intérprete. Al hombre de negocios le mencionaré como hombre. Éste, padece alguna enfermedad y tiene problemas con el alcohol, lo que, junto con el exigente trabajo, hacen que su vida sea cada vez más tortuosa en su madurez, a pesar de ser rico. El intérprete le cuenta que ha tenido una vida vinculada al espectáculo como cantante o actriz, es viudo y perdió a su hijo cuando tenía 3 años, aunque este dato lo oculta hasta el final del texto creando una farsa sobre ello que determina este encuentro (Cunillé, 2008).

La conversación que mantienen empieza inicialmente como una reunión en la que el padre trata de convencer al hombre de que contrate a su supuesto hijo. Parece que el intérprete le fuerza para mantener esta conversación, ya que el hombre de negocios expresa que hubiese abandonado la reunión antes, incluso dice que le abordó a punta de pistola. Este es el argumento principal; los esfuerzos del padre por tratar de convencer al hombre de que se lleve a su hijo. Y por su parte, los contraargumentos del hombre para no llevárselo. Mientras se produce este intercambio, cada uno de ellos va dándole al otro detalles sobre su vida, a veces con preguntas y respuestas cruzadas sobre sus vidas que van más allá del argumento principal. Hablan de sus trabajos, su vida en la madurez, sus enfermedades, su relación con la muerte, la vida o forma de ser del supuesto hijo, etc. Pero siempre llevando los argumentos, por parte del padre, hacia su deseo de convencer al hombre de negocios de que se lleve a su hijo (Cunillé, 2008).

Al relacionar toda esta escena con las preguntas que se nos plantean, voy a referirme a los conceptos que hemos trabajado en los últimos comentarios de los debates. Para ello, comenzaré con la teoría de Althusser sobre la interpelación de la ideología sobre los individuos, transformándolos en sujetos ideológicos. Él mismo decía que, hasta un niño ya nace interpelado por la ideología que le rodea de forma dominante, por ejemplo, asumiendo directamente los apellidos de su padre (Althusser, 1974). A lo que Judith Butler añadía que no sólo la ideología nos interpela de manera verbal con el lenguaje. Sino que nos vemos ideológicamente interpelados por todo lo que nos domina, incluidos los gestos, las imágenes, símbolos, colores, etc (Butler, 2010).

Esta ideología y subjetividad se manifiestan en la escena que acabo de narrar de distintas formas. El hombre de negocios, por ejemplo, se posiciona como un hombre práctico con respecto al ofrecimiento y la insistencia del padre para que contrate a su hijo. Le dice los motivos económicos y funcionales por los que no le interesa su hijo. El padre que además ha trabajado en el mundo del espectáculo, se comporta como tal tratando de vender a su hijo con historias que convenzan al hombre de negocios. Los dos tienen esos roles sociales muy marcados, en base a la ideología que se espera que haya configurado sus personalidades. Por lo que el hombre ni de lejos se imagina que el padre le está engañando. Porque no entra dentro de las ideologías que han conformado sus personalidades ni tampoco la mía, como lector. No te imaginas nunca que un padre se invente la vida de su hijo muerto. En cambio, sí te esperas que el hombre de negocios sea rico, con una vida personal complicada o que tenga excesos de trabajo y con el alcohol, así como alguna enfermedad.  Ni siquiera sorprende que el padre haya sido violento con el hombre con tal de conseguir algo para su hijo. Porque las ideologías que han marcado nuestra personalidad determinan la forma en la que nos relacionamos y percibimos la realidad. 

En ese sentido y respondiendo a la segunda pregunta, también se puede relacionar esto con la tensión entre la sujeción y la subversión. Entendiéndose lo primero como aquello que se sujeta a la ideología y cultura dominante, y lo segundo lo contrario, lo que la subvierte siendo algo algo alternativo y distinto (Carbonell, 2020). Dentro de estos términos vemos que el comportamiento a priori del padre y del hombre de negocios se sujetan a los estereotipos que tenemos de ellos, según la cultura e ideología dominante que yo también comparto. Sin embargo, algunos de sus actos ya no se sujetan a ello y por subvierte estas nociones. Es raro que el padre al final de la escena sea tratado con el género femenino. Igualmente, resulta raro que el hombre de negocios se quede con él y le invite a una copa tras saber que le ha estado engañando y que le ha hecho perder su valioso tiempo. Un hombre de negocios no se comportara así. Incluso al final hay frases subversivas, como cuando le dice al padre que seguro que muchas veces le invitan a una copa en su trabajo… Todo ello no concuerda con lo que esperamos de ellos ideológica y culturalmente.

 

Althusser, L. (1974). Ideología y aparatos ideológicos del Estado. (A. J. Pla, Trad.) Buenos Aires: Letra e.

Butler, J. (2010). Mecanismos psíquicos del poder. Teoría sobre la sujeción. Madrid: Cátedra.

Carbonell, N, (2020). Cultura y subjetividad. Barcelona: UOC. 

Cunillé, L. (2008). Après moi, le déluge. En Deu peces. Barcelona : Edicions 62. p. 452-507

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Ideología y subjetividad, tensión y subversión.

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Ideología y subjetividad, tensión y subversión.

Après moi, le déluge es una obra de teatro de Lluïsa Cunillé en la que el receptor se sumerge de pleno en una historia que explora la complejidad de las relaciones humanas. La historia narra cómo un hombre de negocios europeo cita a una intérprete para que le traduzca la conversación que va a tener con un hombre africano. A lo largo de la conversación se van destapando mentiras y secretos que exhiben una lección final cargada de reivindicación. La…
Après moi, le déluge es una obra de teatro de Lluïsa Cunillé en la que el receptor se sumerge…

Après moi, le déluge es una obra de teatro de Lluïsa Cunillé en la que el receptor se sumerge de pleno en una historia que explora la complejidad de las relaciones humanas. La historia narra cómo un hombre de negocios europeo cita a una intérprete para que le traduzca la conversación que va a tener con un hombre africano. A lo largo de la conversación se van destapando mentiras y secretos que exhiben una lección final cargada de reivindicación. La obra revela cómo los mecanismos de poder del patriarcado, el nacionalismo, el imperialismo y el capitalismo moldean a los personajes y sus interacciones. En estos párrafos me centraré en cómo la obra de Cunillé aborda la relación entre ideología y subjetividad y cómo nos enfrenta a la tensión entre sujeción y subversión. 

El título de la obra es revelador: contextualiza la obra en un trasfondo histórico y político. Representa la pasada impasibilidad de los europeos tras la descolonización de África, así como su presente apatía tras la explotación de los recursos africanos. 

La autora únicamente da una voz real a dos personajes: el hombre y la intérprete. La mujer se nos presenta como olvidadiza, lo que la hace parecer inocente, hasta un tanto ignorante. Aún así, el hombre no parece perder su interés por ella, denotando que la memoria, la coherencia y la inteligencia no parecen ser cualidades que el hombre espere encontrar en una mujer que le parece atractiva. Su rol (y su identidad, su subjetividad) no va más allá que el de pedir chistes y reírse, y su voz, en el fondo, carece de total importancia para la narrativa. Esto da un giro cuando empieza a traducir al hombre africano, el cual tampoco tiene voz por sí mismo: sus palabras son filtradas en todo momento por la intérprete. Spivak, en su teoría del subalterno, afirma que la subalterna, debido a las estructuras ideológicas de perpetuación de poder, no puede hablar y nos insta a preguntarnos hasta qué punto los demás son cómplices de ese silenciamiento. La obra recalca la doble subalternidad de la mujer, que se encuentra no sólo debajo del hombre europeo sino también debajo del hombre africano (también subalterno por su parte), considerado inferior por occidente.

El capitalismo influye, como herramienta ideológica, en la construcción de identidades a través del consumo. La intérprete define su identidad por los objetos de marca occidentales, reflejando la cosificación del individuo por el capital: “lo que el dinero es para mí, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, eso soy yo.” (2001, Marx: 179). 

Los himnos nacionales son canciones creadas como herramientas ideológicas para ser asociadas a una nación y para ensalzar el sentimiento de pertenencia de los sujetos a ella. En un chiste, los miembros de las potencias occidentales usan sus himnos casi a modo de plegaria antes de una situación cercana a la muerte. La supremacía se respira aquí desde dos ramas: el presidente del Zaire carece de personalidad nacional propia puesto que su país no tiene himno (una de las herramientas que otorga de identidad nacional a un individuo) y porque, además, no se acuerda del himno de su colonizador (Suiza), asumiendo que ha absorbido Suiza como su nación, indicando su sujeción al país. 

Otra herramienta ideológica y cultural son los monumentos nacionales. Todo individuo perteneciente a una nación la puede vincular a un monumento, que se va a convertir en símbolo no sólo nacional sino también de arte, cultura y civilización. En otro chiste se denota, como el ejemplo anterior, una supremacía occidental. Los presidentes de los países occidentales pueden asociar su país a un monumento cumbre que los representa nacionalmente alrededor del mundo. En cambio, el presidente del Zaire, ante la imposibilidad de encontrar tal monumento en su país, halla su representación nacional en el hurto y el crimen, aspectos poco civilizados que van a definir y representar su país a nivel internacional y su identidad a nivel subjetivo. 

El imperialismo es otra herramienta ideológica. A través de la diferencia establecemos el significado, la identidad. Occidente es todo lo que no es Oriente y viceversa. En la obra Occidente significa ser moderno, desarrollado, avanzado y superior. Por ende y partiendo de una oposición, Oriente es anticuado, subdesarrollado, atrasado e inferior. Esta dicotomía nos permite formar las identidades de los sujetos. Los colonizados formarán su identidad en tanto que se quieran parecer a los que los oprimen. La admiración llevada al extremo, comporta la aparición de un proceso de mimetismo, que se define como la falta total de identidad de un individuo por la asimilación total de la identidad de otro. Vemos cómo el hombre africano dice que ha ido a la peluquería a pedir que le cortaran el pelo como el del hombre occidental. Según Saïd, el imperialismo y el colonialismo “se encuentran soportados y a veces apoyados por impresionantes formaciones ideológicas que incluyen la convicción de que ciertos territorios y pueblos necesitan y ruegan ser dominados” (Saïd, 1996: 44). Esto se ilustra cuando el hombre africano suplica al hombre europeo que acepte a su hijo bajo su cargo, que él puede hacer lo que quiera con el joven, mientras lo lleve consigo.

En última instancia, la obra expone la tensión entre sujeción y subversión con el hombre africano intentando desafiar la dominación imperialista reivindicando que la vida de los colonizados está condenada a la miseria y la delincuencia. Sin embargo, la fuerza del poder imperialista prevalece, dejando la reivindicación como un gesto simbólico. Aunque en un punto de la narración el receptor pueda pensar que la cuerda tira hacia la subversión, al final la cuerda vuelve a estar dominada por la fuerza imperialista que sujeta a su subordinado.

En resumen, la obra teatral ofrece una mirada crítica a los mecanismos ideológicos y su impacto en la subjetividad y las relaciones de poder. A través de personajes la obra invita a reflexionar sobre las dinámicas de sujeción y subversión en un mundo marcado por el patriarcado, el nacionalismo, el imperialismo y el capitalismo.

 

Bibliografía

 

Bhabha, Homi. The Location of Culture. Nueva York: Routledge, 1994.

Carbonell i Camós, Neus. “Cultura y subjetividad”. UOC.

Cunillé, Lluïsa. Après moi, le déluge. En: Cunillé, Lluïsa. Deu peces. Barcelona : Edicions 62, 2008. p. 449-507. ISBN 9788429761610

Marx, Karl. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Biblioteca Virtual «Espartaco», 2001.

Said, E. I. Territorios superpuestos, historias entrecruzadas. Cultura e imperialismo. Barcelona : Anagrama, DL 1996. p. 35-73. ISBN 9788433905376

Said, E.  «Introducción», Orientalismo. Barcelona: Debolsillo, 2003. pp. 19-54.

Spivak, G.C. “¿Puede hablar el subalterno?”, Revista Colombiana de Antropología, 39, 2003, p. 297-364.

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Explorando la dinámica entre ideología, subjectividad, sujeción y subversión en «Après moi, le déluge» de Lluïsa Cunillé

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Explorando la dinámica entre ideología, subjectividad, sujeción y subversión en «Après moi, le déluge» de Lluïsa Cunillé

En la obra teatral «Après moi, le déluge» de Lluïsa Cunillé, se despliega un fascinante panorama que revela la intrincada relación entre la ideología y la subjectividad, así como la constante tensión entre la sujeción y la subversión. A través de una trama que se desenvuelve en un contexto histórico y social específico, Este fragmento de Cunillé nos invita a reflexionar sobre cómo las fuerzas ideológicas moldean las percepciones y acciones de los personajes, al tiempo que estos luchan por…
En la obra teatral «Après moi, le déluge» de Lluïsa Cunillé, se despliega un fascinante panorama que revela la…

En la obra teatral «Après moi, le déluge» de Lluïsa Cunillé, se despliega un fascinante panorama que revela la intrincada relación entre la ideología y la subjectividad, así como la constante tensión entre la sujeción y la subversión. A través de una trama que se desenvuelve en un contexto histórico y social específico, Este fragmento de Cunillé nos invita a reflexionar sobre cómo las fuerzas ideológicas moldean las percepciones y acciones de los personajes, al tiempo que estos luchan por afirmar su individualidad y resistirse a las estructuras de poder que intentan imponerles.

En esta obra, la ideología se manifiesta de diversas formas, desde las normas sociales y políticas hasta las creencias culturales arraigadas. Los personajes están inmersos en un entorno donde la ideología dominante ejerce una fuerte influencia sobre sus vidas y decisiones. Se ven presionados para conformarse a ciertas expectativas y roles predefinidos, lo que limita su libertad y autonomía. La ideología actúa como un mecanismo de control que moldea las identidades individuales y colectivas, imponiendo normas y valores que determinan qué es aceptable y qué no lo es en la sociedad.

Sin embargo, a medida que la trama avanza, también emergen fuerzas de resistencia y subversión por parte de los personajes. A través de sus acciones y diálogos, se revela una lucha constante por desafiar y cuestionar las ideologías dominantes. Estos actos de subversión pueden manifestarse de diversas maneras, desde pequeños gestos de rebeldía hasta actos más audaces de desafío abierto. Los personajes buscan afirmar su autonomía y reclamar su propia agencia frente a las estructuras de poder que intentan dominarlos.

La tensión entre la sujeción y la subversión se hace especialmente palpable en los conflictos internos de los personajes. Se debaten entre seguir las normas establecidas y conformarse a las expectativas sociales, o bien desafiar esas normas y buscar una forma de liberarse de las cadenas de la ideología dominante. Esta tensión se manifiesta en momentos de crisis y cambio, donde los personajes se ven obligados a tomar decisiones difíciles que pueden definir el curso de sus vidas. En el fragmento proporcionado de la obra teatral, se puede observar la relación entre ideología y subjectividad, así como la tensión entre sujeción y subversión, a través de la interacción entre el HOMBRE y el INTÉRPRETE.

La relación entre ideología y subjectividad se manifiesta en la forma en que el INTÉRPRETE presenta a su hijo, enfatizando su integridad y honestidad, a pesar de ser un excombatiente. Esto refleja la ideología del INTÉRPRETE sobre la pureza moral de su hijo, influida por su propia perspectiva y experiencia. Por ejemplo, cuando el INTÉRPRETE afirma:

Mi hijo nunca me ha mentido. Es incapaz de mentir aunque eso le ponga a él en peligro.

Esta declaración muestra cómo la ideología del INTÉRPRETE moldea su percepción de su hijo como alguien honorable y confiable, incluso en circunstancias extremas.

La tensión entre sujeción y subversión se evidencia en la dinámica entre el HOMBRE y el INTÉRPRETE, donde el HOMBRE intenta mantener su independencia y resistirse a las sugerencias del INTÉRPRETE para llevarse a su hijo consigo como asistente personal. El HOMBRE se muestra renuente a aceptar la propuesta del INTÉRPRETE, afirmando que prefiere vivir solo y no quiere comprometerse con la responsabilidad de cuidar de alguien más. Esta resistencia del HOMBRE muestra su deseo de mantener su autonomía y evitar cualquier forma de sujeción.

Por ejemplo, cuando el INTÉRPRETE sugiere que su hijo podría trabajar como asistente del HOMBRE, este responde:

Estoy acostumbrado a vivir solo.»

Esta afirmación resalta la resistencia del HOMBRE a cualquier forma de dependencia o subordinación, mostrando su firmeza en mantener su independencia.

El fragmento proporcionado de la obra teatral ilustra la relación entre ideología y subjectividad, así como la tensión entre sujeción y subversión, a través de la forma en que los personajes interactúan y negocian su relación y roles mutuos. La ideología del INTÉRPRETE moldea su percepción de su hijo, mientras que la resistencia del HOMBRE refleja su deseo de mantener su autonomía y evitar cualquier forma de sujeción.

Como conclusión podemos decir que Cunillé (2008) nos presenta un retrato complejo y matizado de la relación entre ideología y subjectividad, explorando cómo estas fuerzas interactúan y se entrelazan en el tejido social. A través de sus personajes, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la identidad y la libertad en un mundo donde las ideologías compiten por dominar nuestras mentes y corazones. En última instancia, Après moi, le déluge nos desafía a cuestionar las estructuras de poder existentes y a buscar nuevas formas de resistencia y emancipación frente a la opresión ideológica.

Cunillé, Lluïsa. «Après moi, le déluge». En: Cunillé, Lluïsa. Deu peces. Barcelona : Edicions 62, 2008. p. 449-507

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