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Ideología y subjetividad, tensión y subversión.

Après moi, le déluge es una obra de teatro de Lluïsa Cunillé en la que el receptor se sumerge de pleno en una historia que explora la complejidad de las relaciones humanas. La historia narra cómo un hombre de negocios europeo cita a una intérprete para que le traduzca la conversación que va a tener con un hombre africano. A lo largo de la conversación se van destapando mentiras y secretos que exhiben una lección final cargada de reivindicación. La obra revela cómo los mecanismos de poder del patriarcado, el nacionalismo, el imperialismo y el capitalismo moldean a los personajes y sus interacciones. En estos párrafos me centraré en cómo la obra de Cunillé aborda la relación entre ideología y subjetividad y cómo nos enfrenta a la tensión entre sujeción y subversión. 

El título de la obra es revelador: contextualiza la obra en un trasfondo histórico y político. Representa la pasada impasibilidad de los europeos tras la descolonización de África, así como su presente apatía tras la explotación de los recursos africanos. 

La autora únicamente da una voz real a dos personajes: el hombre y la intérprete. La mujer se nos presenta como olvidadiza, lo que la hace parecer inocente, hasta un tanto ignorante. Aún así, el hombre no parece perder su interés por ella, denotando que la memoria, la coherencia y la inteligencia no parecen ser cualidades que el hombre espere encontrar en una mujer que le parece atractiva. Su rol (y su identidad, su subjetividad) no va más allá que el de pedir chistes y reírse, y su voz, en el fondo, carece de total importancia para la narrativa. Esto da un giro cuando empieza a traducir al hombre africano, el cual tampoco tiene voz por sí mismo: sus palabras son filtradas en todo momento por la intérprete. Spivak, en su teoría del subalterno, afirma que la subalterna, debido a las estructuras ideológicas de perpetuación de poder, no puede hablar y nos insta a preguntarnos hasta qué punto los demás son cómplices de ese silenciamiento. La obra recalca la doble subalternidad de la mujer, que se encuentra no sólo debajo del hombre europeo sino también debajo del hombre africano (también subalterno por su parte), considerado inferior por occidente.

El capitalismo influye, como herramienta ideológica, en la construcción de identidades a través del consumo. La intérprete define su identidad por los objetos de marca occidentales, reflejando la cosificación del individuo por el capital: “lo que el dinero es para mí, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, eso soy yo.” (2001, Marx: 179). 

Los himnos nacionales son canciones creadas como herramientas ideológicas para ser asociadas a una nación y para ensalzar el sentimiento de pertenencia de los sujetos a ella. En un chiste, los miembros de las potencias occidentales usan sus himnos casi a modo de plegaria antes de una situación cercana a la muerte. La supremacía se respira aquí desde dos ramas: el presidente del Zaire carece de personalidad nacional propia puesto que su país no tiene himno (una de las herramientas que otorga de identidad nacional a un individuo) y porque, además, no se acuerda del himno de su colonizador (Suiza), asumiendo que ha absorbido Suiza como su nación, indicando su sujeción al país. 

Otra herramienta ideológica y cultural son los monumentos nacionales. Todo individuo perteneciente a una nación la puede vincular a un monumento, que se va a convertir en símbolo no sólo nacional sino también de arte, cultura y civilización. En otro chiste se denota, como el ejemplo anterior, una supremacía occidental. Los presidentes de los países occidentales pueden asociar su país a un monumento cumbre que los representa nacionalmente alrededor del mundo. En cambio, el presidente del Zaire, ante la imposibilidad de encontrar tal monumento en su país, halla su representación nacional en el hurto y el crimen, aspectos poco civilizados que van a definir y representar su país a nivel internacional y su identidad a nivel subjetivo. 

El imperialismo es otra herramienta ideológica. A través de la diferencia establecemos el significado, la identidad. Occidente es todo lo que no es Oriente y viceversa. En la obra Occidente significa ser moderno, desarrollado, avanzado y superior. Por ende y partiendo de una oposición, Oriente es anticuado, subdesarrollado, atrasado e inferior. Esta dicotomía nos permite formar las identidades de los sujetos. Los colonizados formarán su identidad en tanto que se quieran parecer a los que los oprimen. La admiración llevada al extremo, comporta la aparición de un proceso de mimetismo, que se define como la falta total de identidad de un individuo por la asimilación total de la identidad de otro. Vemos cómo el hombre africano dice que ha ido a la peluquería a pedir que le cortaran el pelo como el del hombre occidental. Según Saïd, el imperialismo y el colonialismo “se encuentran soportados y a veces apoyados por impresionantes formaciones ideológicas que incluyen la convicción de que ciertos territorios y pueblos necesitan y ruegan ser dominados” (Saïd, 1996: 44). Esto se ilustra cuando el hombre africano suplica al hombre europeo que acepte a su hijo bajo su cargo, que él puede hacer lo que quiera con el joven, mientras lo lleve consigo.

En última instancia, la obra expone la tensión entre sujeción y subversión con el hombre africano intentando desafiar la dominación imperialista reivindicando que la vida de los colonizados está condenada a la miseria y la delincuencia. Sin embargo, la fuerza del poder imperialista prevalece, dejando la reivindicación como un gesto simbólico. Aunque en un punto de la narración el receptor pueda pensar que la cuerda tira hacia la subversión, al final la cuerda vuelve a estar dominada por la fuerza imperialista que sujeta a su subordinado.

En resumen, la obra teatral ofrece una mirada crítica a los mecanismos ideológicos y su impacto en la subjetividad y las relaciones de poder. A través de personajes la obra invita a reflexionar sobre las dinámicas de sujeción y subversión en un mundo marcado por el patriarcado, el nacionalismo, el imperialismo y el capitalismo.

 

Bibliografía

 

Bhabha, Homi. The Location of Culture. Nueva York: Routledge, 1994.

Carbonell i Camós, Neus. “Cultura y subjetividad”. UOC.

Cunillé, Lluïsa. Après moi, le déluge. En: Cunillé, Lluïsa. Deu peces. Barcelona : Edicions 62, 2008. p. 449-507. ISBN 9788429761610

Marx, Karl. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Biblioteca Virtual «Espartaco», 2001.

Said, E. I. Territorios superpuestos, historias entrecruzadas. Cultura e imperialismo. Barcelona : Anagrama, DL 1996. p. 35-73. ISBN 9788433905376

Said, E.  «Introducción», Orientalismo. Barcelona: Debolsillo, 2003. pp. 19-54.

Spivak, G.C. “¿Puede hablar el subalterno?”, Revista Colombiana de Antropología, 39, 2003, p. 297-364.

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