La obra Après moi, le déluge (Cunillé 2007) se desarrolla en una habitación de hotel en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, en una época indeterminada pero contemporánea. En el escenario hay asientos para tres personas, pero solo hay dos personajes visibles literalmente para el público: un hombre de negocios de origen europeo, con base en Ciudad del Cabo, que trabaja para una compañía sudafricana dedicada a la explotación de coltán, mineral metálico utilizado en la fabricación de dispositivos electrónicos; y una intérprete profesional, que habla quince idiomas (aunque a veces tiene lagunas de memoria con respecto a la mitad de ellos) y disfruta tomando el sol en África; el tercer personaje, que nunca vemos ni oímos, es un hombre africano con un brazo amputado. Está enfermo y ha venido aparentemente a proponer algún tipo de trato comercial. Al entrar en la habitación, ocupará una butaca vacía. Es invisible para el espectador, pero su presencia en escena se hace palpable a través de las intervenciones de la intérprete que parece como poseída por él. Será a través de ella que intentará convencer al hombre de negocios para que se convierta en el tutor de su hijo de 19 años, portero de un equipo de fútbol. El hombre de negocios inicialmente se muestra reacio a aceptar la propuesta, pero posteriormente se discutirán varias alternativas.
La figura clave en la obra es el personaje de la intérprete, quien se posiciona como una especie de puente a través del cual convergen dos mundos y dos culturas. La filósofa india Gayatri Chakravorty Spivak plantea que el subalterno, es decir, los grupos marginados y oprimidos, no pueden hablar por sí mismos dentro de los sistemas de representación dominantes. Estos necesitan de intermediarios, de representantes (Spivak 2003, 310) que les den voz. En la obra de Cunillé, el personaje de la intérprete funciona como ese puente entre el mundo dominante (el hombre de negocios europeo) y el mundo subalterno (el hombre africano invisible). La intérprete se convierte en la voz del personaje africano, permitiendo que su presencia y su discurso se hagan palpables en la obra, a pesar de su invisibilidad física. Esta transmutación supone una subversión, ya que permite que la perspectiva y la experiencia del sujeto subalterno se hagan presentes, desafiando su invisibilidad.
Sin embargo, Spivak también señala que incluso cuando el subalterno logra tener voz a través de un intermediario, esta voz sigue estando mediada y filtrada por la perspectiva del representante. Así, la intérprete en la obra, si bien da voz al personaje africano, también impone su propia subjetividad y experiencia europea en la forma en que traduce y transmite su discurso. Dicho de otra forma: “el relato de la sujeción es inevitablemente circular, puesto que presupone al mismo sujeto del que pretende dar cuenta” (Butler 2001, 22).
A medida que avanza la conversación, la intérprete experimenta una transformación donde gradualmente comienza a dar voz al personaje del hombre africano invisible. De este modo, el hombre africano adquiere un cierto grado de presencia, como resultado de una especie de posesión de la intérprete, que roza la desaparición. De hecho, llega un momento donde la intérprete deja de emplear la tercera persona para referirse al hombre africano y comienza a emplear la primera persona. A partir de este instante, el papel de la traductora como mediadora se vuelve imperceptible. Es decir, la identidad de la interprete es mutable, y se construye a través de las interacciones y las relaciones con los demás. La intérprete, al asumir la voz del hombre africano, borra los límites entre las subjetividades de ambos y desdibuja la dicotomía entre sujeto y objeto. Además, al volverse imperceptible como mediadora, desafía las nociones tradicionales de la traducción como una transferencia puramente lingüística, y más bien la presenta como una transferencia de subjetividad, donde la identidad y la voz del otro se entrelazan con la suya propia, cuestionando así las fronteras de la subjetividad individual. De esta forma, Cunillé establece un comentario sobre la función de la traducción no solo como una transferencia lingüística, sino también como una transferencia de subjetividad. El hombre africano adquiere agencia (Carbonell i Camós, s. f., 35) a costa de la subjetividad de la intérprete.
Por su parte, personaje del hombre de negocios representa la ideología occidental y la falta de sensibilidad hacia realidades ajenas, como la africana, simbolizada por el hombre invisible. Al principio, muestra una actitud de desinterés y falta de empatía hacia la situación del hombre africano invisible y su hijo. Su enfoque en la enfermedad, la proximidad de la muerte y la necesidad de un final digno refleja una preocupación egoísta y centrada en sí mismo, propia de la ideología occidental que prioriza el bienestar individual sobre el colectivo. Aun así, a medida que avanza la obra, el hombre de negocios se ve confrontado con la realidad y la humanidad del otro, lo que desafía su subjetividad y le lleva a cuestionar sus valores y su posición privilegiada.
Finalmente, la revelación sobre la muerte del hijo del hombre africano invisible genera un impacto en el hombre de negocios, que se ve obligado a enfrentar la tragedia y la injusticia que subyacen en la situación. Esto supone una subversión no solo de las expectativas del hombre de negocios europeo, sino del público que se enfrenta a otro golpe de realidad, desestabilizando la posición de poder y privilegio que tenía como sujeto dominante, al haber sido engañado.
De todos modos, la actitud de indiferencia de la intérprete, así como la búsqueda de un final digno por parte del hombre de negocios, hacen que todo vuelva a un statu quo donde se reproduce de la ideología dominante (Althusser 1970), que tiende a ocultar o negar las realidades incómodas que ponen en cuestión sus propios privilegios.
Althusser, Louis. 1970. «Ideología y aparatos ideológicos del estado».
Butler, J. 2001. Mecanismos psíquicos del poder: teorías sobre la sujeción. Cátedra.
Carbonell i Camós, Neus. s. f. «Cultura y subjetividad». Fundación para la Universitat Oberta de Catalunya.
Cunillé, Lluïsa. 2007. «Après moi, le déluge». Fundació Teatre Lliure. Barcelona.
Spivak, Gayatri Chakravorty. 2003. «¿Puede hablar el subalterno?»
Debatecontribution 0en Cuando el subalterno habla: representación y agencia en «Après moi, le déluge»
No hay comentarios.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.