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Sobre la obra Après moi, le déluge de Llüisa Cunillé

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Sobre la obra Après moi, le déluge de Llüisa Cunillé

Après moi, le déluge es una obra de teatro escrita por Lluïsa Cunillé en 2007. Sobre el escenario se encuentran dos personajes, un hombre -denominado HOMBRE- y una mujer -denominada INTÉRPRETE-. Rápidamente notamos una relación de poder entre los dos interlocutores que coloca al hombre en una posición de dominación sobre la Interprete. La historia sucede en Kinshasa, capital del Congo. Al tratarse de una relación dominante-subalterno o de opresor-oprimido, la obra pone en evidencia la compleja relación existente entre…
Après moi, le déluge es una obra de teatro escrita por Lluïsa Cunillé en 2007. Sobre el escenario se…

Après moi, le déluge es una obra de teatro escrita por Lluïsa Cunillé en 2007.

Sobre el escenario se encuentran dos personajes, un hombre -denominado HOMBRE- y una mujer -denominada INTÉRPRETE-. Rápidamente notamos una relación de poder entre los dos interlocutores que coloca al hombre en una posición de dominación sobre la Interprete. La historia sucede en Kinshasa, capital del Congo.

Al tratarse de una relación dominante-subalterno o de opresor-oprimido, la obra pone en evidencia la compleja relación existente entre ideología, sujeto y subversión. ¿De qué manera se manifiesta dicha complejidad? Trataremos de responder a esta pregunta a lo largo de este trabajo.

Comencemos por el que quizás es el eje central : ¿Cuántos personajes están presentes en la obra? ¿Quiénes son estos personajes? Hemos dicho, al comenzar este trabajo, que solo dos personas son puestas en escena, pero, al tratarse de una intérprete, HOMBRE conversa con un tercer personaje. A estos tres individuos puede sumárseles un cuarto, el hijo del ‘interpretado’.

Contamos, entonces, con 4 sujetos. Primero, HOMBRE, se trata de un hombre de negocios blanco y rico en posición de privilegiado respecto al resto. Segundo, INTÉRPRETE, mujer de la que sabemos muy poco: llega a Africa siendo ya grande. Tercero, el interpretado, campesino pobre del Congo que suponemos negro. Por último, el hijo del campesino que representa a la población congoleña, particularmente a los jóvenes, cuya única escapatoria es irse, así sea en cuanto esclavos.

La ideología en general, según explica Althusser, es responsable de la reproducción de la sumisión a las reglas del orden establecido por parte de las fuerzas de trabajo. Se encuentra, por lo tanto, al servicio de la ideología dominante. Para este autor la creación del sujeto tiene lugar por medio de una interpelación que convierte al individuo en ‘sujet’, es decir -tomando prestada la polisemia francesa- en sujeto y súbdito al mismo tiempo. Esta interpelación nos obliga a asumir los roles que nos corresponden dentro de las estructuras de poder y las relaciones sociales existentes.

Volviendo a nuestra obra de teatro, notamos que este es el caso de nuestros personajes. Todos aceptan su posición sin rechistar, y no son capaces ni de entender la injusticia ni de luchar contra ella. Incluso cuando el interpretado intenta evitarle a su hijo -los jóvenes congoleños- el horror que se vive en el Congo, lo hace entregándolo -o incluso vendiéndolo- al hombre blanco para que lo use como le plazca. La posibilidad de dejar de ser oprimido/subalterno no existe, el joven se iría de ahí para vivir una nueva versión del horror. Joven, que dicho sea de paso, murió cuando tenía tres años y cuya historia posterior es invención del interpretado.

Poniendo sobre la mesa lo expuesto por Althusser, hemos visto como ideología y sujeto están íntimamente relacionados. No hay uno sin el otro. La ideología interpela al sujeto, el sujeto reproduce a la ideología. Agreguemos a esta ecuación nuestro tercer término: la subversión, es decir, la posibilidad de trastornar o alterar al orden establecido y a las relaciones de poder.

En la interpelación, explica Judith Butler, “antes de que exista la posibilidad de una comprensión crítica de la ley existe una receptividad y una vulnerabilidad ante la ley” (Butler, 2015, p.121). Los sujetos, aceptan las reglas y son subordinados incluso antes de tener acceso a ellas. Subvertirse contra la ideología en general, resulta particularmente dificultoso si todo tu pensamiento tiene como origen al objeto de la subversión. Es, en otras palabras, atacarse a sí mismo hasta la desaparición de nuestra sujeción, es decir, de nosotros como sujetos.

Por otra parte, si pretendemos subvertirnos contra las relaciones de poder impuestas por la ideología dominante al servicio de la cual está la ideología general, parece evidente que debemos contar con la posibilidad de expresarnos, de discutir y de disputar al opresor. ¿Puede hablar el subalterno? Se trata de un artículo publicado por Spivak en 2003, en el que la autora va a responder al título utilizando la relación entre el “primer mundo” y el “tercer mundo” y la historia de la India. Su respuesta es clara: No, debido a que el subalterno es una construcción del dominante y es este quien habla en su lugar. Lo hace de diversas maneras que no vamos a especificar.

Hemos visto, a lo largo de este trabajo, que ser sujetos es ser inevitablemente súbditos de la ideología en general. Hemos comprendido lo peligroso que puede representar para el sujeto la posible subversión frente a la ideología que lo devino, y, hemos puesto sobre la mesa al trabajo de Spivak, donde se explicita la imposibilidad de hablar que sufre el subalterno y por lo tanto la imposibilidad de subversión frente a la ideología dominante.

¿De qué manera se manifiesta la compleja relación entre sujeto, ideología y subversión en la obra? Centrémonos en los tres personajes subalternos: una mujer presente pero que no habla por si misma, un hombre ausente solamente capaz de hablar por medio de la mujer, y, a la población congoleña que ni está presente ni habla (es más: murió hace 16 años). Ninguno de los tres es capaz de discutir, disputar o expresarse libremente. Además, como ya hemos visto, los tres sujetos aceptan su sumisión sin rechistar, la posibilidad de un mundo más justo no es siquiera una opción. No pueden ser conscientes del alcance de su situación de oprimidos. Sujeto e ideología parecen ser caras de una misma moneda y la imposibilidad de subversión es la imposibilidad de separarla en dos.

¿Es posible otra versión de la interpelación u otra relación dominante-subalterno que permita la subversión?

 

Bibliografía

  • Althusser, L. (1974). La ideología y aparatos ideológicos de Estado. (A. J. Pla, Trad.) Buenos Aires: Letra e.
  • Butler, J. (2015). Introducción. En J. Butler. Mecanismos psíquicos del poder. Teorías de la sujeción. (pp.11-41). (J.Cruz, trad.). Valencia: Ediciones cátedra Universidad  de València. 
  • Butler, J. (2015). 4 “La consciencia nos hace sujetos”. La sujeción en Althusser. En J. Butler. Mecanismos psíquicos del poder. Teorías de la sujeción. (pp.119-145). (J.Cruz, trad.). Valencia: Ediciones cátedra Universidad  de València.
  • Cunillé, L. [Llüisa]. (2007) Après moi, le déluge. En: R. García-Pascual. (2011). Dramaturgas españolas en la escena actual. (pp.222-247). 
  • Gayatri Chakravorty Spivak (2003). ¿Puede hablar el subalterno?, Revista Colombiana de Antropología, 39, p 297-364.

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