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Identidad y poder en «Après moi, le déluge» de Lluïsa Cunillé.

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Identidad y poder en «Après moi, le déluge» de Lluïsa Cunillé.

En la obra teatral Après moi, le déluge (2008), de Lluïsa Cunillé nos situamos en una habitación de hotel en Kinshasa, donde un anciano africano presenta a su hijo a un hombre de negocios europeo, ofreciéndolo para cualquier trabajo o servicio que necesite. Una mujer blanca actúa como intérprete en esta conversación, donde el destino de un niño parece representar el destino de todo un continente. En esta obra, se plantea un poderoso dilema que abarca cuestiones de explotación, desigualdad…
En la obra teatral Après moi, le déluge (2008), de Lluïsa Cunillé nos situamos en una habitación de hotel…

En la obra teatral Après moi, le déluge (2008), de Lluïsa Cunillé nos situamos en una habitación de hotel en Kinshasa, donde un anciano africano presenta a su hijo a un hombre de negocios europeo, ofreciéndolo para cualquier trabajo o servicio que necesite. Una mujer blanca actúa como intérprete en esta conversación, donde el destino de un niño parece representar el destino de todo un continente. En esta obra, se plantea un poderoso dilema que abarca cuestiones de explotación, desigualdad racial y las complejidades de las relaciones humanas en un contexto globalizado. Se puede explorar también de manera profunda la relación entre ideología y subjetividad, así como la tensión entre sujeción y subversión, a través de la compleja interacción de los personajes con las estructuras de poder y las normas sociales imperantes. Al analizar esta dinámica a la luz de los conceptos propuestos por Judith Butler (2010), Louis Althusser (1974) y Fredric Jameson (2006), podemos entender cómo se desarrolla este entramado en la trama de la obra.

La sujeción de los personajes al poder dominante se manifiesta en su interiorización y aceptación de las condiciones impuestas por este poder. Siguiendo las ideas de Butler (2010), el poder se impone sobre los individuos y estos terminan internalizando las normas y valores que les son impuestas, convirtiéndose así en sujetos del poder establecido. Este proceso de sujeción, como señala Althusser (1974), es fundamental en la formación del sujeto, quien se inicia mediante una sumisión primaria al poder. En la obra, el hijo africano podría aceptar trabajar como sirviente o empleado del hombre de negocios europeo, cumpliendo con las expectativas sociales de su padre y de la sociedad en general. Esta sumisión se manifiesta en su decisión de aceptar un rol subordinado dentro de la dinámica de poder establecida, donde los intereses y las necesidades del hombre de negocios tienen prioridad sobre las suyas propias.

La interpelación, otro concepto clave de Althusser (1974), también juega un papel fundamental en la formación del sujeto en la obra. Los personajes son interpelados por las instituciones y las normas sociales que los rodean, lo que los lleva a asumir roles y posiciones dentro del sistema establecido. Esta interpelación puede ser percibida como una rendición ante la ley o las normas sociales, como una aceptación resignada de las condiciones impuestas por el poder. Sin embargo, también puede ser un punto de partida para la subversión, para cuestionar y desafiar las estructuras de poder dominantes. El anciano africano, representando a generaciones anteriores, asume un papel de sumisión al ofrecer al joven para cualquier trabajo que el hombre de negocios europeo requiera. Esta acción refleja la internalización de las normas sociales y la aceptación de las condiciones impuestas por el poder dominante, como se describe en la teoría de Judith Butler.

Además, la mujer blanca, al actuar como intérprete, también participa en la interpelación ideológica al facilitar la comunicación entre el anciano africano y el hombre de negocios europeo. Su papel de mediadora refleja cómo las estructuras de poder dominantes utilizan el lenguaje y la comunicación para mantener y perpetuar su posición de autoridad.

En el desenlace de la obra, se evidencia la idea de la muerte del sujeto planteada por Jameson (2006). Por ejemplo, al finalizar la historia, se revela que el hijo africano no es un individuo específico, sino una representación simbólica de las esperanzas y sueños de toda una generación africana. Esta revelación subraya cómo los individuos ya no pueden afirmar una identidad única y distintiva, como resultado de un mundo cada vez más fragmentado y privatizado. En la obra, esta falta de identidad se manifiesta a través del «pastiche» (Jameson, 2006)  y la imitación de estilos, en el sentido de que los personajes, especialmente los africanos, adoptan comportamientos, estilos de vida y formas de expresión que imitan modelos occidentales sin una comprensión profunda o una conexión auténtica con ellos. En lugar de crear nuevas formas de expresión que reflejen su identidad y experiencia únicas, los personajes se ven atrapados en una imitación superficial de estilos y normas culturales impuestas por la cultura dominante.

Referencias

Althusser, L. (1974). La ideología y aparatos ideológicos de Estado. (A. J. Pla, Trad.). Letra e.

Butler, J. (2010). Mecanismos psíquicos del poder: Teoría sobre la sujeción. Catedra Ediciones.

Cunillé, Llüisa (2008). Après moi, le déluge. Deu peces.

Jameson, Frederic. (2006). El posmodernismo y la sociedad de consumo. Kairos. 

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