Après moi, le déluege (2008) es una obra teatral de Lluïsa Cunillé muy bien construida y una crítica social en la que nos presentan: una mujer manca africana, apodada bajo el nombre de “la intérprete” y un hombre blanco de negocios que lleva tiempo sustentándose económicamente en el centro de sud-áfrica, quién cuenta con un domicilio en la Ciudad del Cabo. En un principio, la intérprete (a quién no se le adjudica un nombre, porque su identidad es irrelevante para el resto de las clases sociales superiores) busca un hombre a quién vender su hijo joven y dejarlo en buenas manos. La relación entre los personajes irá variando a lo largo del relato, porque veremos, cómo el papel y el posicionamiento de poder entre estos cambiará.
El texto nos sitúa en Kinsasa, la época actual. Aunque, la obra hace referencia a la etapa pasada del colonialismo, esta refleja que la práctica de la explotación colonial todavía existe y parece interminable, quedan rastros de los antiguos países imperialistas en forma de empresas multinacionales. A día de hoy, se explotan niños de tierras africanas para proporcionar los materiales que exigen las necesidades de los países primermundistas, como la fabricación de: tecnología, móviles, fibra óptica, misiles (Cunillé, 2008: 506). En especial, el personaje del hombre expresa una clara ideología colonial y poderosa, que defiende el cumplimiento de los requerimientos de las empresas a cambio de dinero y explotación. Se nota que ha experimentado y ha pasado por muchas situaciones, que dejan a la mujer interprete en una posición de supuesta inferioridad.
El contexto social es el siguiente, en diferentes continentes existen países tercermundistas que son ricos en minerales, fósiles y materiales, que pueden ser muy beneficiosos para los Estados de Occidente. En tierras lejanas a Occidente, se distribuye la riqueza de manera más desigual, dónde incluso, ampara la ley del más fuerte e inteligente (así lo demuestra la figura del personaje del hombre, que parece muy influenciada por la obra de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas). A raíz de esto, se crea un conjunto de relaciones subordinadas, países dominantes frente otros que están sometidos a sujeciones y subversiones, por dependencia económica. También, grupos sociales más susceptibles que otros, lo mismo sucede dentro de Occidente, pero afuera ocurre de forma más abusiva a nivel social y económico.
¿Entonces, qué relaciones de sujeción y subversión encontramos en esta obra teatral?
Pues bien, al inicio del relato vemos que, hay una clara relación de superioridad por parte del hombre blanco hacia la mujer africana (quizás sea por cuestión de género, o etnia), por haber sido más cruel durante tantos años. No le importa la “verdad”, tampoco la ética, solo la ambición por los negocios. “Home: I a aquestes alçades, per què voldria algú al meu costat que em digués en tot moment la veritat? I perquè em diguin mentides ja en tinc prou amb els metges.” (Cunillé, 2008: 496).
Las interacciones entre ambos personajes para que salgan beneficiarios, demuestra que los dos están condicionados a otras relaciones sociales (empresas, vendedores locales) que, a su vez, todas están mantenidas por una red de dominaciones entre sujetos en sujeción y subversiones, porque todos persiguen la producción y adinerarse dentro del sistema, así se generan las relaciones de producción. La ideología de cada persona surge a partir de estas relaciones de producción que se presenta entre los individuos, relaciones de dominación y sujetos sometidos a unas condiciones para que el sistema se mantenga (Althusser, 1974: 44, 53).
Al final del relato, la intérprete genera un cambio inesperado en la trama, su hijo quién había intentado venderle al hombre de negocios, en realidad no existía. Falleció hace muchos años cuando fue niño, y el objetivo de la mujer era cautivar al hombre y robarle sus pertenencias. Aquí las posiciones de poder cambian. Es un giro argumental excelente para demostrar que es posible intercambiar los factores de una historia y modificar la hegemonía, la idea generalizada de que el hombre veterano siempre gana. En esta obra, no saldrá victorioso frente a otros grupos sociales más débiles como suele ocurrir. Entendemos por hegemonía, el término que creó Gramsci, los procesos que realizan las clases dominantes para mantener su ideología predominante sobre otras. De esta manera, se adhieren a las estructuras dominantes (Carbonell, 2020: 19).
Para terminar, Lluïsa Cunillé realiza un excelente trabajo, un contraste esclarecedor entre clases sociales y etnias, muy reflexivo sobre las relaciones dominantes actuales que todavía se mantienen después de la época colonial, y han influenciado a la etapa actual del poscolonialismo blanco. Los colectivos de los pueblos africanos siguen siendo invisibles para el resto del mundo. Es el caso de la protagonista, que finalmente desaparece en la oscuridad del escenario, junto a su hijo, que intentaba vender desde un inicio, pero este jamás existió, porque su presencia nunca tuvo relevancia para las clases sociales más dominantes de los países más ricos.
Bibliografía:
Althusser, L. (1974). “Ideología y aparatos ideológicos del Estado”. (A. J. Pla, Trad.) Buenos Aires: Letra e.
Butler, J. (2010). “Introducción”. En Mecanismos psíquicos de poder. Cátedra, pp. 11-41.
Carbonell, N. (2020). “Cultura y subjetividad” [recurso digital de aprendizaje]. Barcelona: UOC.
Cunillé, L. (2008). “Après moi, le déluge”. Deu peces. Barcelona: Edicions 62, pp. 452-507.
Debatecontribution 0en Poscolonialismo blanco en «Après moi, le déluege», una ideología dominante frente a las clases sociales más bajas